jueves, 4 de septiembre de 2014

Sexo y religión como tabúes en la oralidad de los canarios (4ª parte)

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SOBRE LAS RELACIONES SEXUALES EN EL HABLA CANARIA

Vayamos seguidamente al campo específico de la cópula, copular y sus formas habladas. Los modelos básicos siguen siendo voces inveteradas del léxico castellano, esto es: 'follar' y 'joder', dos de los principales tabúes a evitar en sociedad sobre todo ante niños o extraños. Del verbo castellano 'follar' surge una familia léxica que incluye las siguientes formas díalectales: 'folleteo', 'follador' y 'folladora', 'follaje' (acción de follar). En esta familia hay alguna curiosa semantización de muy reciente inventiva, en el campo de la afición al deporte automovilístico. Tal es 'ir follado' o 'salir follado', 'a gran velocidad', y 'coger una folladera', 'llevar una folladera', con el mismo sentido. "LIevaba una folladera del quince ... ", suele escucharse en los rallies.

Por lo que respecta al verbo 'joder' en su acepción corriente de 'copular', se la tiene, en general por voz más gruesa que la anterior, apreciándose que su uso mayoritario es en la segunda acepción, esto es: 'fastidiar', 'molestar', 'importunar' o 'dañar'. De su familia léxica son: 'jodido' y 'jodida', 'jodienda' y 'jodelón' y 'jodelona', que parece criollismo, una variación canaria de 'jodedor' o 'jodontón'.

Un segundo acceso a los eufemismos de copular nos ofrece formas criollas, a medio camino entre las de uso peninsular y las de extensión hispanoamericana. Así surgen los verbos 'chingar'. 'conejar', 'cobijar' y 'trajinar'. Más leves son aquellos eufemismos con idéntico grado de disemia que 'joder', cuales son 'jeringar' y 'jorobar', exclusivamente usados en la segunda acepción. De los usos de la colonia inglesa y sus licores nos viene 'echar un guanijai' y 'echar un verigüeI'. Se comprende que ambos vayan introducidos por el verbo 'echar' cuando es la fórmula 'echar un polvo' la locución más extendida de la cópula.

Otros criollismos recorren el amplio marco de simultaneidad descriptiva que media entre el impulso meramente biológico y la metaforización libidinal. Tales nos parecen, entre otras, las voces: 'echar un revolcón', 'pegarse un revolcón', 'cernir', 'echar un cernido', 'serruchar', 'descargar', 'foguearse', 'jugar' y designaciones tan familiares como 'el mete-y-saca' o 'el meterla y sacarla'. El resto de los esquemas locucionales documentados con el verbo 'echar' se resuelven con variables de aluvión peninsular o de la misma creatividad local, como son, por ejemplo, 'echar un palo', 'echar un palito', 'echar un puño', 'echar un puñillo', 'echar un quile', 'echar un quilito' o 'quilillo' (todos ellos provenientes del consabido verbo 'quilar'), 'echar un chingo', 'un chinguido', 'echar un casquete', 'echar un caliqueño', etc.

Destaquemos igualmente otras soluciones eufemísticas que significan habitualmente concentración en labores manuales o domésticas, criollismos de solera que hemos documentado en el conjunto de las Islas: 'darle cuerda al reloj', 'coser a máquina', 'echarle millo a las palomas', 'destupir la cocinilla', 'destupir la cañería', 'echar el fecho', 'echar el fechillo', 'echar la fechadura', 'quitar los plomos', 'poner los plomos', 'echar un techo', 'mojar la brocha', 'vaciar el tanque', 'ver la película', 'hacer los deberes', 'destupir la escopeta', 'destupir el caño (de) la escopeta' , etc. Otras veces se ofrece como 'coito' ciertas formas locucionales propias del castellano peninsular, con algún matiz criollo, como por ej: 'comerse un rosco' , comerse una rosca', 'llevarse a alguien al catre', ' llevarse a alguien al huerto', ' llevarse a alguien al lego', ' llevarse a alguien al río', y más raramente 'beneficiarse a alguien'.

He aquí otras fórmulas de diverso origen: 'mojar', 'moler', 'tener un molino', 'apalancar', 'mojar', 'montar' o 'montarse a alguien' y los muy dialectales 'sorrollar', 'pirulara' , 'furular', hoy día en franco desuso. Aunque términos nuevos como 'furrunguiar', 'echar un kiki', 'cepillarse a alguien' , 'pasar a alguien por la piedra' o 'clavar' y 'pegar un c1avazo' vengan a substituir ampliamente a las voces abandonadas. La creatividad, en este sentido, parece imparable como la misma fe que confía en la función generativa del 'ayuntamiento carnal', expresión anticuada que quedó en los legajos y hoy nos suena rimbombante.

Algunos modelos onomatopéyicos claramente secundarios. evocan refiriéndose a la cópula no una experiencia acústica, sino un movimiento. Hay alguno de estos modelos expresivos en el español canario, de uso restringido a conversaciones obscenas o de compadreo amistoso. Son, por ejemplo, 'el sungu-sungu', 'el furrún-furrún ' , 'el furrunge-furrungue', 'el triqui-traque ' , 'el tole-tole', 'el cierne-cierne', 'el fuqui maki ' , este último de solera colonial inglesa.

Especial interés tiene el verbo ' aquellar', palabra comodín hoy bastante en desuso designando el coito como 'hacer aquello', 'aquello que el oyente sabe o imagina' , aunque también se usa para 'aquellar un techo', 'un cesto', 'un bordillo', etc. Pancho Guerra lo anota como 'de vaga aplicación', inclinándose por 'arreglarlo' o 'componer' , pero la voz alza mucho más el vuelo y se une ampliamente a la serie libidinal, como un subterfugio más que se acoge a la impunidad de que gozan las estrategias oral-libidinales.

Un caso preciso de exaltación libidinal es la situación de 'estar en celo ', función biológica que en las Islas Canarias tiende a anunciarse con fraseología aplicada en primera instancia al universo natural más cercano: el de los animales domésticos y de granja. Con frecuencia aparece precedido del verbo estar: 'estar salido', 'estar caliente' , marcando la transitoriedad del momento en que se habla, en otras precedidas por el verbo 'ser' se enuncia una cualidad fija y acaso caracterial : 'ser un salido', 'ser un calentón'.

SOBRE EL CORTEJO EN EL HABLA CANARIA

En beneficio de su cabal comprensión, referiremos gradualmente las formulaciones más elementales de cortejo, así como los juegos libidinales de los canarios y las canarias, tal como las conserva la tradición del presente siglo. La mínima seña de cita, requerimiento o complacencia interpersonal pudiera ser el inocente guiño que obedece a la expresión 'picar el ojo' , que en la Península es 'guiñar el ojo'. Los primeros escarceos y juegos de manos en zonas erógenas suelen recibir señalamientos tales como 'meter mano a alguien', 'magrear' o 'mangrear'. La progresión continúa con 'darse el lote', 'pegarse el lote', 'darse el mate' , 'pegarse el mate' y fórmulas semejantes. Un deseo sexual desaforado se expresa con 'tener un queso por alguien' , y 'arrechar'. El roce intencional pemlite 'poner un rabo'. Algo semejante es 'tener una salidera'.

Con respecto a la expresión anterionnente citada -'estar salido'- la diferente aplicación funcional según el sexo del sujeto, ocasiona ciertos distingos en la elección del referente animal. Es así como se escuchan: 'estar salido como un burro', 'estar salido como una mona', 'estar salida como una perra' o 'estar como una perra salida '. La forma más criolla para describir esta situación sigue siendo 'estar desagallado' o 'tener un desagallo' . Véanse algunos ejemplos: "-Tenía tal desagallo que le eché cuatro seguidos ... ", "-Tengo un desagallo, compadre, que me levanto con la del burro...".

LA INFLUENCIA DE LA CABRA EN EL HABLA CANARIA

La comparación de la conducta humana con la de ciertos animales es toda una fase preparatoria de la disemia que se establece en el habla canaria entre la cópula animal y la humana. De esta transitividad está empapado el tejido dialectal, pudiendo sacarse de su fenomenología jugosas conclusiones sicológicas y sociológicas que ampliamos en otro lugar. A este respecto hay dos situaciones descriptivas de la sicología sexual canaria en las que predomina la anfibología con el análogo bestial. Nos referimos concretamente a 'estar caliente'/ 'calentarse' ya 'cabrearse'/ 'estar cabreado'. Las dos primeras tienen en el habla diaria de las Islas el doble significado de 'estar disgustado o enfadado' y el de 'estar excitado o estimulado sexualmente'. En cuanto a la familia de la voz 'cabreo', 'cabrearse', 'estar cabreado', 'cabreadísimo', 'coger un cabreo', se sabe ampliamente que el símil procede del terreno fisiológico de la cabra, que es el 'animal cultural' de Canarias, por excelencia.

De ello se deriva que el macho cabrío sea en el dialecto pancanario el máximo referente animal observable de conducta libidinal. 'Ponerse' o 'estar caliente como un macho' o 'más caliente que un macho' resumen las dos acepciones referentes al 'estado de celo' y a la 'cópula', cumpliendo semánticamente entre humanos los significados de 'enfadarse', 'estar enfadado' y la predisposición libidinal, esto es: 'estar en celo'. 'Dejar calentar', 'hacer calentar', 'coger calenturas', 'calentarse de nada' o 'por nada', 'ser un calentón', refiriéndose en especial al 'enfado' o 'cabreo', pueden oírse ocasionalmente como querencia sexual, guardando su sinonimia intacta. La frase: "¡No te calientes conmigo!"se escucha más de una vez como respuesta del interlocutor: "Yo sólo me caliento con las mujeres ...". Otras rutinas orales para describir el estado de 'celo', o 'gran apetito sexual' son las hipérboles 'estar salido', 'salidísimo', 'éstar desagallado', 'tener un desagallo' y 'tener la del burro', que es el más descriptivo y procaz.

Por lo demás, la cabra y su conducta, atrabiliaria, a los ojos humanos, son en las Islas Canarias sinónimo de locura o conducta desarreglada, incluida la sexual. 'Estar como una cabra', 'como una baifa', 'una chota', 'ser un cabrito', 'como una cabra jarta (de) papeles' son algunas de esas expresiones. La voz 'cabra' señala una interesante parcialidad semántica que encierra su dosis de machismo, pues mientras 'ser un cabra' califica al varón como 'persona alocada' o 'imprevisible', 'ser una cabra' es, referido a una mujer, decir que lleva una 'vida desarreglada' o que 'ejerce la prostitución'. Ejemplos: '¡buena cabra está Fulana!', 'la más chica está cabriando en esas Palmas ... ' donde 'cabriar' es -con toda exactitud- 'ser una mujer de la vida'.

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