lunes, 9 de junio de 2014

San Telmo, un trocito de paisaje

"Ermita de San Telmo". Acuarela (A4) J.Carlos Rguez.

El Puerto de la Cruz comenzó a sufrir una de las transformaciones urbanísticas más agresivas de su historia a partir de la segunda mitad del siglo XX. Crear infraestructuras adecuadas para ofrecer alojamientos de calidad y opciones de recreo a los cada vez más abundantes turistas que llegaban a la ciudad nunca fue compatible con la conservación del paisaje natural.

 Apostar por una economía fuerte no sólo ha mostrado la cara irrespetuosa hacia la madre naturaleza, sino -en algunos casos-, el desprecio hacia lo denominado "antiguo", sepultando bajo el cemento y el asfalto parte de un irrepetible legado histórico.

Es inevitable no hacer comparaciones cuando contemplo una tarjeta postal donde aparece algún rincón que me remite inconscientemente a la frase "cualquier tiempo pasado fue mejor". Quizás, tratándose de una época de necesidades, no lo fue, pero paisajísticamente nos envía mensajes de nostálgica belleza.

La visión de la vieja ermita de San Telmo, solitaria en la altura de sus riscos y rodeada por las modernas construcciones que trajo consigo el progreso, es sin duda una de las más atractivas para los visitantes. Ofrece un constraste que habla de la historia de una ciudad genuina, de cómo se ha hermanado el pasado con el presente, de cómo un rincón puede causar sensaciones que despiertan el interés y la curiosidad de las personas. Hay pocos "trocitos de paisajes" que hayan cambiado y sigan conservando un aire tan encantador como éste de San Telmo, un halo de misticismo que se ciñó a una nueva realidad desde que al Puerto de la Cruz le fue concedida la denominación de Ciudad Turística.

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