jueves, 27 de agosto de 2015

El gallo azul

Me he basado en una moraleja similar a la de "El patito feo" para crear el siguiente cuento infantil, escrito en agosto de 2014. Mi intención sobre este relato es crear una fábula a modo de mitología para dar a conocer el origen un bonito pez que habita en las aguas canarias, llamado "gallo azul".

Gallo azul. Foto: Germán Gil A.

Érase una vez un gallo azul. Sus ojos, su pico, su cresta, sus patas y todo su plumaje eran de color añil., y por esta razón, todas las aves del corral se reían de él.

El dueño del gallinero lo tenía como una rareza para mostrárselo a todo el mundo. Si no fuese por su color, posiblemente hubiese terminado sus días en una olla de caldo, porque el pobre gallo, siempre triste, no subía a lo alto del gallinero, ni cantaba, ni hacía otra cosa que no fuera ver pasar el tiempo.

 Un día, el gallo tuvo un sueño. Había visto un lugar inmenso, todo de color azul, un horizonte donde se unían cielo y agua, con crestas de color blanco que se acercaban hasta la orilla.

No teniendo nada que perder, el gallo escapó del corral y se dirigió en busca de su sueño. Caminó y caminó hasta que al fin encontró el lugar que había imaginado: el mar.

 Metió sus patas en el agua, y de repente, sintió como su cuerpo se transformaba: sus ojos, su pico, su cresta, sus patas y todo su plumaje. Quedó convertido en un extraño animal acuático, quedando del gallo sólo su color azul.

 A pesar del susto, se sentía muy bien, y un impulso le hizo sumergirse en el agua y nadar, y nadar, queriendo llegar hasta el horizonte.

En su ruta, conoció a una señorita pez que se enamoró locamente de este nuevo caballero azul del mar. Se casaron, tuvieron muchos pececitos, fueron muy felices y comieron lombrices.

miércoles, 26 de agosto de 2015

El niño y la sirenita

A continuación, un pequeño cuento que escribí el 26 de julio de 2014. A pesar de su contenido infantil, mi intención es la de transmitir un mensaje a los adultos:

El niño jugaba tranquilamente cerca de la orilla, a la sombra de un gigantesco risco. Estaba muy entretenido, intentando una y otra vez mantener erguida la torre de su castillito de arena.

 A varios metros de él estaba su madre, tumbada sobre una toalla, disfrutando de los rayos del sol. De vez en cuando ella se levantaba, se quitaba las oscuras gafas de la cara y alzaba la cabeza para asegurarse de que su hijo no anduviera lejos.

En una de estas veces, lo vio remojando sus pies, mirando al mar durante varios minutos. Ella se dirigió hacia él y le aconsejó que no se acercara mucho al agua, que siguiera jugando en la arena.

El niño, pensativo, le preguntó:
- Mamá ¿cómo se llaman las niñas que tienen cuerpo de persona y cola de pez?

- Sirenitas, hijo - le dijo sonriente -. Pero sólo aparecen en los cuentos. Las sirenas no existen - recalcó mientras se giraba de regreso a su baño de sol.

El niño siguió jugando en la arena, y cuando comprobó que su madre volvía a tumbarse, se acercó de nuevo a la orilla.

 - ¿Lo ves? Ya te dije que los mayores no te creerían - le dijo la sirenita emergiendo del agua para luego volver a desaparecer.

lunes, 3 de agosto de 2015

El burro flautista

"El burro flautista" es una famosa fábula de Tomás de Iriarte (Puerto de la Cruz, 1750 - Madrid, 1791).



Esta fabulilla,
 salga bien o mal,
 me ha ocurrido ahora
 por casualidad.

 Cerca de unos prados
 que hay en mi lugar,
 pasaba un borrico
 por casualidad.

 Una flauta en ellos
 halló, que un zagal
 se dejó olvidada
 por casualidad.

 Acercóse a olerla
 el dicho animal,
 y dio un resoplido
 por casualidad.

 En la flauta el aire
 se hubo de colar,
 y sonó la flauta
 por casualidad.

"¡Oh!", dijo el borrico,
"¡qué bien sé tocar!
 ¡y dirán que es mala
 la música asnal!".

MORALEJA:
Sin reglas del arte,
 borriquitos hay
 que una vez aciertan
 por casualidad.

sábado, 1 de agosto de 2015

Julio Verne y las Islas Canarias

Al parecer, Julio Verne escribió los primeros veinte capítulos de una de sus novelas póstumas, habiendo terminado los diez siguientes su hijo, quien le dio el título de “Agencia Thompson y cía” en lugar de “Un viaje económico”, como había previsto el genial novelista. No destaca el conjunto de la novela por ser excepcional en su trama o por las anticipaciones tecnológicas descritas en sus otras obras más conocidas. Lo curioso e importante de la novela radica fundamentalmente en las descripciones de los paisajes y ciudades de las islas que visitan los viajeros a bordo de un vapor ruinoso. Precisamente, el capítulo vigésimo concluye con la partida del vapor “Seamew” rumbo al sur. A partir de ahí, la historia fue supuestamente continuada por Michel Verne.
 Cuenta la novela las andanzas de los pasajeros de un supuesto crucero de lujo (a precio de saldo) por las islas de los archipiélagos de Azores, Madeira, Canarias y Cabo Verde. Visto con la perspectiva actual, podría ser una premonición de las agencias de viajes, del turismo de masas, de los cruceros y los viajes a destinos exóticos con “todo incluido”. [1]

Así, con esta alusión al actual Puerto de la Cruz, comienza uno de los capítulos de esta novela publicada en 1907, que reviste especial curiosidad para los habitantes de estas Islas, que aparecen reflejadas con todo detalle.

“El 11 de junio, a las diez de la mañana, abandonó el Seamew el puerto de La Orotava. El programa fijaba aquella partida para el 7, a las seis; pero teniendo ya un retraso de cuatro días, no vio Thompson inconveniente en aumentarlo en cuatro horas…”.

La historia de esta poco conocida Agencia Thompson y Cía es muy confusa pues se publicó dos años después de la muerte de Verne y se especuló que fue su hijo Michel quien la terminó. Lo cierto es que Julio Verne nunca estuvo en Canarias, al contrario de otros célebres escritores que ambientaron algún relato en el Archipiélago, como la inglesa Agatha Christie. Al parecer, el ilustre autor utilizó como base para su novela la obra "Cinco años de estancia en las Islas Canarias", del antropólogo francés Verneau.

En la época de Julio Verne había una gran afición por los viajes y para los centroeuropeos las referencias históricas, geográficas y hasta mitológicas de las Canarias eran un indudable atractivo exótico.

El argumento de la Agencia Thompson y Cía es que dos compañías londinenses de viajes, las agencias Thompson y Baker, se enzarzan en una disputa para organizar una “grandiosa excursión” por islas Azores, Madeira y Canarias al mejor precio posible. En sus 150 páginas Verne habla continuamente de Canarias, aunque se olvida de La Palma. No presenta una imagen precisamente agradable de las Islas, sino como un lugar salvaje y peligroso, con fumarolas de azufre y gas carbónico que salen del suelo. Asegura que Canarias formó parte de la Atlántida. Dice que el calor es insoportable, y los mosquitos también. Los agricultores son tan pobres que viven en cuevas. Colonias de esclavos negros viven en zonas inaccesibles y atacan a los turistas… Menciona hasta el gofio. [2]

 También menciona cómo se llegó desde La Laguna hasta el Valle de La Orotava: "Al trote tranquilo de los cinco caballejos que lo remolcaban fatigosamente, el coche empleó cuatro horas largas para franquear los treinta kilómetros que separan ambas poblaciones", y añade que "se atravesó Tacoronte donde se halla un museo que encierra una curiosa colección de momias guanches, armas, instrumentos de aquel pueblo muerto...". Julio Verne hace aquí referencia al museo Casilda, del que nos dan testimonio otros viajeros, también franceses. [3]

Se recrea Verne describiendo el valle de la Orotava y el Teide, a donde ascienden con grandes esfuerzos para contemplar el archipiélago desde su cima. No sólo describe Verne paisajes y personas sino parece disponer de información de primera mano sobre la historia económica de las islas e, incluso, sobre el gofio (al que cita tal cual):

“Dedicados exclusivamente en otro tiempo al cultivo de la caña de azúcar, el aprovechamiento del azúcar de remolacha vino a privarles del fruto de sus afanes. Valerosamente cubrieron su país de viñedo; la filoxera, plaga contra la cual no han encontrado remedio los sabios, les asaltó sin tardanza. Arruinados en sus tres cuartas partes, remplazaron entonces la planta querida a Baco por plantaciones de chumberas de cochinilla, y en poco tiempo se convirtieron en proveedores del precioso insecto tintóreo. Pero la ciencia, que hizo se despreciaran sus cañas de azúcar, la ciencia, que no supo defenderse del microscópico enemigo de la vid, vino a atacarles enseguida en sus nuevas tentativas, creando los colores químicos, derivados de la anilina y amenaza con un último y próximo desastre a los infortunados cultivadores de cochinilla.

Las numerosas transformaciones que han sufrido sus cultivos muestran, en todo caso, el espíritu de iniciativa de los habitantes. Es seguro que nada podría resistir a su paciente trabajo, si no tuvieran que luchar contra la sequía.” […]

“Era una suerte que la caminata hubiera aguzado el apetito de los excursionistas, haciendo así que hallasen algunos encantos en lo que constituyó el plato fuerte y principal, el gofio, especie de mezcla de harina de maíz o de trigo muy torrefactada y diluida en leche…” [1]

FUENTES:
[1] "Julio Verne y Canarias" | Antonio Cabrera Cruz | canariascultura.com | 7/08/2013
[2] "Las aventuras de Julio Verne en las 'salvajes' Islas Canarias | Agustín M. González | Diario de Avisos | 2/03/2012
[3] "Julio Verne y otros viajeros del siglo XIX" | Gilberto Alemán | La Opinión de Tenerife | 26/08/2001